Mi hermana, mi amiga.



Mi hermana, mi amiga.

A veces discutimos, a veces morimos de risa, los hermanos no los elegimos, algunas veces ya estaban cuando llegamos, y otras, llegan cuando ya estábamos, pero sea cual sea el caso, uno crece con esa persona, vive experiencias y momentos que no se repetirán con nadie más, y al mismo tiempo comparte la forma única en que fuimos educados. Mi hermana es más que la persona con quien crecí, o con quien me educaron, es una gran amiga, y con quien me gusta pasar el tiempo.


En ocasiones, porque en otros días alguien hace algo que el otro odia, o uno viene de malas y el otro al igual que los perros al miedo, es capaz de oler nuestro nivel de estrés, para estresarnos más. Esta es la clase de amistad que jamás espero perder, además es normal entre los hermanos porque, aunque tengamos malos momentos, los buenos nos sobran, como cuando nos acompañamos al estar tristes, o nos reímos de algo que sucedió en la familia y que sólo ella y yo comprendemos. 


Esta imagen me pone a pensar un poco sobre mi infancia, llena de grandes momentos, divertidos, con juegos y parques, siempre repleto de risas y emoción, pero adonde quiera que fuese allí estaba mi hermana, para cuidarme o para que la cuide, el orden es indiferente. Así hoy fuimos al Salón de la Justicia y a muchos otros juegos más, nos reímos y divertimos tanto como gritamos y comimos, la amistad entre hermanos es única, irrepetible, y me hace sentirme agradecido por una experiencia como la de hoy. 



Si la reencarnación existiera, quisiera que mi hermana siguiese siendo mi hermana, así fuésemos un par de aves volando por las nubes, o de nutrias nadando de cabeza, o de perros peleando por las croquetas, mi vida, sea cual sea su forma, debe ser compartida con ella porque de lo contrario ¿qué sentido tendría? Hoy además de agradecer me divierto, disfruto de cada segundo tanto como puedo, y aunque a ella le diga cosas como “olvidaste apagar la luz” en el fondo sabe que quise decir “te quiero”. 






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